19/1/09

Santiago Henríquez



NUNCA ES TARDE PARA RECORDAR…EN MEMORIA DE SANTIAGO HENRÍQUEZ
Por José Luis Macías
Un luchador canario que supo dar identidad, junto a otros grandes deportistas, a ese concepto tan conocido como deporte tradicional y seña representativa de nuestra cultura civilizadora y espíritu aborigen; la lucha canaria. Hablamos, sin duda alguna, de nuestro inolvidable amigo Santiago Henríquez, quien demostrara gran amor por las tradiciones canarias, especialmente, por la lucha canaria, una práctica de antaño en la que militó más de 25 años consecutivos, siendo tanta la pasión que le impedía desvincularse del deporte, incluso después de abandonar las competiciones.
Nació en Valsequillo el 19 de diciembre de  1938 y después de vivir algunos años de su vida en La Pardilla de Telde, a la edad de quince años, se trasladó a Vecindario, lugar donde sintió por primera vez la pasión de los terreros tras disfrutar de algunas agarradas que por aquel entonces se celebraban en el municipio sureño.
Visto esto, decidió comenzar entrenar en 1953. Después de conseguir algo de formación acerca del deporte y demostrar la gran fuerza que en sus brazos poseía, debutó tres años más tarde (1956) en el terrero de la villa de Ingenio, perteneciendo al Sardina y de la mano de D. José María Hernández, entonces presidente del citado club.
Por aquel entonces, eran tiempos muy malos para el deporte, concretamente, para la lucha canaria. A la inexistencia de una Federación de Lucha o institución semejante se unía la carencia de infraestructuras deportivas con las características necesarias para la práctica del autóctono deporte, llevando esto, inevitablemente, a improvisar terreros en talleres o solares cedidos para la realización de los entrenamientos, con los consiguientes peligros que esto entrañaba: Dureza de las caídas por ser el pavimento de cemento, torceduras de tobillos, raspones, contusiones, etc
Esta improvisación se hacía extensible también a la hora de bregar; Los luchadores y directivos eran trasladados en camionetas a los distintos lugares de la isla para celebrar las luchadas. A pesar de ser un problema por el molimiento del camión sobre carreteras pedregosas y la lejanía de los lugares de residencia de los deportistas, nada era suficiente para desmotivarlos, siendo de júbilo, tanto para los ellos como para los aficionados, la celebración de eventos de gran interés deportivo y socio-cultural, a los cuales, en aquel entonces, asistían en masa.
En la época que Santiago Henríquez comenzó a competir solo había cuatro equipos; dos en el sur (El Sardina y El Maninidra), y dos en Las Palmas (El Adargoma y El Rumo). Posteriormente, se fundaron más conjuntos, de los cuales aún, a día de hoy, perdura alguno, como es el caso del Castro Morales.
Santiago Henríquez recorrió varios municipios de la isla de Gran Canaria defendiendo los colores de diversos equipos como el Unión Sardina (De 1956 a 1958 y de 1965 a 1967), U.D. Telde ( De 1958 a 1960 y de 1963 a 1964),
Castro Morales (De 1967 a 1969 , de 1974 a 1975 y de 1982 a 1983),
U. Las nieves del Lomo Magullo (De 1969 a 1970, de 1975 a 1977 y de 1990 a 1991), Maninidra de Ingenio (De 1972 a 1974 y de 1977 a 1978), Acaymo Telde (De 1978 a 1980), U. Balos Vecindario (De 1980 a 1982), U. Arinaga (De 1970 a 1972) y en la U. La Viña - El Calero (De 1987 a 1988). También sudó, por dos temporadas, la camiseta en un equipo de la Isla Bonita; El Club Minerva de Fuencaliente (De 1960 a 1961 y de 1964 a 1965), en La Palma. En algunos equipos llegó a desempeñar hasta tres funciones a la vez: Mandador, luchador y directivo.
Como él mismo lo confirmaba con estas palabras; “He tenido que pasar por momentos de detrimento de la Lucha Canaria debido a la poca proyección de futuro de algunos equipos, pero Telde, pila de grandes luchadores,  no puede quedarse sin este deporte”, a la vez que resaltaba el importante papel jugado por la Federación de Lucha Canaria en la perdurabilidad y el alcance de verdaderos momentos de gloria de este vernáculo deporte en algunas etapas de su historia.
En 1974 fundó en el barrio del Lomo Cementerio , lugar donde vivía ayudado por los vecinos, un equipo de juveniles al que denominó Club de Lucha Doramas, con el  propósito  de que los jóvenes del barrio y los alrededores practicaran deporte y no cayeran en los vicios o los malos hábitos de la calle. Dicho equipo fue pila de luchadores que prosperaron en equipos creados posteriormente como el Acaymo, fundado cuatro años después en el mismo barrio, en el cual también nuestro amigo Santiago formó parte, fichando en el mismo por dos temporadas, anteriormente mencionadas.
Fue homenajeado en el año 1983 con un amistoso encuentro de grandes luchadores, tanto de Telde como de otros municipios. En el interesantísimo espectáculo, se dieron cita deportistas tales como Miguel Ángel Tejera, Manolín Báez, Pollo La Plaza, León, Enrique Mendoza, Paco Luis, El Palilla, Eloy, Juan M. Cabrera, Pedro Rocha, Tomás del Toro, Felipe González, Pollo del Callejón, Nano Pérez, Manuel Castro, Barranquera IV, Pedro Tejera, Felipe Ramírez, Manolo García, Juan Collado, Pedro Ramírez, Carmelo Herrera, incluso el hoy distinguido cantante e hijo predilecto de esta ciudad, José Vélez.
En el acto no faltó el levantamiento del arado, a cargo del Pollo del Castillo, el cual hizo las delicias del respetable, en una velada llena de amistad, emoción y canariedad. Dicho reconocimiento se hizo conjuntamente a la inauguración de la cubierta del terrero “José Rodríguez Franco”, en el Polideportivo Municipal “Paco Artiles”, en San Juan, lugar donde mantiene su sede social el Castro Mórales.
Este equipo fue fundado en 1946, de la mano de José Rodríguez Franco, “Faro de Maspalomas”, los Hermanos Mayor, Antonio Sosa, “Pollo del Campillo”, y su primer presidente, D. Manuel López Ruíz. Santiago Henríquez también formó parte del cuadro directivo como vicepresidente en el año 1983, siendo presidente D. José Juan Sanabria. Así figura en el libro escrito por nuestro eterno luchador, “Historia de la lucha canaria en Telde 1870-1985″, del cual hablaremos con posterioridad.
Aunque quiso retirarse tras este reconocimiento público a su excelente trayectoria deportiva, le fue imposible despedirse definitivamente del terrero. Santiago Henríquez lo llevaba en la sangre y eso es algo que no se puede arrancar. Más tarde, en 1985, fundó la Asociación de Luchadores Canarios, acompañándole en su nueva aventura sus compañeros de brega, Salvador Sánchez “Borito” y Manolín Báez.
Aunque su vida como deportista se vio, inevitablemente, invadida por una magnífica inspiración sustentada por el conocimiento de nuestro amigo Santiago acerca del autóctono deporte, gracias a la experiencia adquirida de grandes de la lucha canaria de la época, como el Faro de Maspalomas o los Hermanos Mayor, de las colaboraciones altruistas de familiares de otros luchadores ya fallecidos, como la familia de los Florido, Tableta o Matías Jiménez, y como no, la que después de tantos años cargaba a sus espaldas desde la arena.
Fruto de esta mezcla de ingenio y sabiduría sería la primera obra literaria de este buen hombre, denominada “Historia de la Lucha Canaria en Telde 1870-1985″ con 191 páginas y más de 50 ilustraciones de la época. Como era de esperar, se agotó por completo esta edición, viéndose moralmente obligado a publicar, dos años más tarde, una segunda obra, ampliación de esta primera, a la cuál llamó “Historia de la Lucha Canaria en Telde, Segunda Edición”.
 Su tercer libro llegaría en pleno verano de 1992, denominado “Tarhas de la Lucha Canaria”, presentado en el Teatro Juan Ramón Jiménez, entonces Casa de la Cultura, de Telde por su inseparable amigo Francisco Tarajano y D. Pedro Padilla. Y su cuarta obra literaria vería la luz con el nombre de “Arte y Vivencia de la Lucha Canaria”. 
Por aquel entonces, su colaboración en los medios radiofónicos y editoriales en referencia a la defensa del antiquísimo deporte hicieron más extenso aún su intachable currículum deportivo y personal. Incluso, el programa televisivo “La Luchada”, emitido en la 2 de Televisión Española en Canarias, tuvo la suerte de contar con la participación de nuestro amigo Santiago en más de una ocasión, de forma desinteresada, puesto que el amor que nuestro compañero sentía por el deporte no era pago con ningún dinero, por mucho que resultara ser.
Sin duda, un ser de noble espíritu y bondadosa alma. Fiel defensor de la cultura deportiva de nuestra tierra, escribió artículos y obras que nunca publicó por falta de ayuda institucional, pero que para él no resultaron ser hechas en vano, al contrario, contribuyeron a reforzar sus teorías sobre la Lucha Canaria. Sin lugar a dudas, nuestro amigo Santiago Henríquez fue un hombre de nobleza canaria, entregado a su familia y allegados, de buen corazón, humilde, respetuoso, amante de la vida, del deporte, de las pequeñas cosas que le hacían feliz cada día.
Tal vez por eso, superó como un verdadero valiente las graves dolencias y enfermedades que le acompañaron en sus últimos años de vida. Los amigos, vecinos del Lomo Cementerio, recordamos con cariño y a la vez con anhelo sus paseos en bicicleta acompañado por sus perros y sus largas tardes de ejercicio físico en la plaza del barrio donde vivió hasta su último día. Incluso, echamos mucho de menos las pequeñas conversaciones que manteníamos con él en esas idas y venidas en su devenir diario. Dentro de la alegría que desprendía con su sonrisa y su cariñoso saludo, guardaba como un tesoro el inmenso cariño que tenía por su nieto, con el cual se sentía joven y vivaracho.
 Santiago Henríquez  fue un hombre que, sencillamente, amaba la vida y agradecía a diario lo que había recibido, sin lamentarse por las cosas de las cuales no disponía. Un hombre, cuya educación y civismo le hicieron llevar a la práctica muchos valores de los cuales gran parte de la sociedad actual, especialmente la juventud, puede carecer; el deseo de disfrutar cada momento de nuestras vidas como si fuera el último; el utilizar la moderación y la prudencia como cualidades indispensables de todas y cada una de las virtudes o hacer del paso de los años una fuente de sabiduría combinada con experiencia fueron algunos rasgos característicos de la personalidad de nuestro, y cómo no, mi querido amigo, Santiago.
La madurez con la que descubrió la cara más dulce y la más amarga de la vida es el fiel reflejo de las ganas de vivir y de aprender que este hombre mostró durante sus  69 años de vida. Siempre deseó la felicidad para todas las personas, a la vez que reiteró el valor por las pequeñas cosas de la misma; algo digno de elogio, porque nunca es tarde para recordar.
Como decía nuestro amigo, “vivir es un arte que no está escrito en los libros, sino en la mente y en el corazón de las personas”.
Desde aquí, remito mi profundo agradecimiento a Braulio Henríquez Santana, a Mercedes Santana y, en general, a toda la familia de nuestro amigo Santiago por depositar su confianza en mi persona a la hora de publicar esta biografía, a la vez que traslado mi más sentido pésame a la familia de mi amigo Santiago.
JOSÉ LUIS MACÍAS ALONSO

1 comentario:

Unknown dijo...

07/12/09,Desde Gáldar agradezco a D.Santiago Henrriquez pa descanse por escribir esos libros sobre todo el de Taharas donde salen Cirios y el pollo de Frontera agarrando en la portada,personalmente lo conocí en el 2003 me lo presentó D.Manolín Báez,actual alcalde de Firgas,un saludo para quien escribiendo estas líneas ayuda a que no lo olvidemos,la ultima vez que lo ví fue en el homenaje a D.Pedro Cano en San Mateo hechandose un refrigerio,un saludo.

e-mail

jofesuro@gmail.com